Golpe de Estado Hacia Frondizi
En esta nota vas a poder leer acerca de cómo Arturo Frondizi fue
removido de su cargo presidencial por la presión de las Fuerzas Armadas y un
poco sobre la presidencia de José María Guido.
El 18 de marzo
de 1962, en las elecciones parciales para legisladores y gobernadores, el
peronismo ganó diez de las catorce gobernaciones, entre ellas la de Buenos
Aires. En el plano legislativo, los resultados no fueron tan desastrosos para
el gobierno. La UCRI perdió la provincia de Buenos Aires, pero ganó la Capital
Federal, seguida por la Unión Popular. La UCRP entró tercera. La UCRI también
ganó en Entre Ríos, La Pampa, Corrientes, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Los
conservadores se mantuvieron triunfantes en Mendoza y la UCRP en Córdoba, con
la fórmula Illia-Páez Molina.
La derrota no
fue una sorpresa para el presidente, ya que estaba seguro de que era muy
distinto ganar elecciones parciales en las provincias, que enfrentar al
peronismo en una votación general donde pudiera expresarse, por primera vez,
votando a sus propios candidatos. Pero no pudo resistir las presiones de los
más importantes dirigentes de su Partido.
El día 18,
después del cierre de los comicios, nadie llamó a Olivos y nadie, salvo algún
pariente, visitó a Frondizi. Por la noche comenzaron a aparecer algunos
mensajeros. Estaba en el aire la posible intervención de las provincias donde
hubiera ganado el peronismo, sobre todo en la provincia de Buenos Aires.
Yo me quedé en
su despacho de la planta baja de la quinta de Olivos, dormitando en el sillón
del escritorio y recibiendo llamados oficiales, como el del ministro Vítolo,
que lo hizo a la dos de la mañana y me pidió que despertara al presidente.
Le dijo
entonces por teléfono que las FFAA no exigían la intervención de las provincias
donde hubiese ganado el peronismo, pero el presidente asumió la total
responsabilidad de intervenirlas, ya que tenía información muy precisa de que
se venía el golpe, ya muy difícil de parar, y pensaba que no intervenir a las
provincias conflictivas lo aceleraría aún más.
El 20 de marzo, se reunieron algunos altos jefes militares:
los almirantes Penas, Clément y Jorge Palma; los generales Poggi y Fraga, y los
brigadieres Rojas Silveyra y Mario Romanello. Decidieron entonces tomar medidas
y se labró un acta secreta que contenía tres iniciativas: limitar el poder del
presidente por medio de un gabinete de coalición impuesto por las Fuerzas
Armadas; pedirle la renuncia u obligarlo a dejar el cargo preservando las
formas constitucionales, y finalmente, instalar en el poder a una junta
militar. A la vez se le recomendó al general Fraga que consultase a los
partidos políticos para la formación de un eventual gabinete de coalición, pero
sus gestiones no encontraron eco: ningún dirigente quería colaborar mientras
Frondizi fuese presidente. El 21 de marzo, como si estuviésemos en el mejor de
los mundos llegó al país en visita oficial el príncipe Felipe de Edimburgo.
Mientras tanto, las 62 organizaciones peronistas anunciaron una huelga general
de protesta por las intervenciones a las provincias donde triunfaron los
candidatos peronistas.
El día 23 Frondizi renovó parcialmente su gabinete con
figuras más potables para los militares, como Jorge Wehbe en Economía y Rodolfo
Martínez en Defensa. Al mismo tiempo, sugirió como mediador de la crisis al
general Aramburu, quien declaró que la renuncia del presidente no significaría
la quiebra del orden institucional. Claro estaba, la renuncia “legalizaba” el
golpe.
Durante dos días Aramburu había intentado sin éxito
recomponer las relaciones gobierno-oposición tratando de hallar cierto consenso
para el mantenimiento de Frondizi al frente del gobierno. Pero el 26 de marzo
anuncia el fracaso de su gestión conciliadora ante la inflexibilidad que
encontró en la mayoría de los representantes de las fuerzas vivas de la Nación.
El día 27, la secretaría de Prensa de la Presidencia de la
Nación emitió un breve comunicado en el que hacía saber la entrega de la nota
por parte de Aramburu y la decisión de Frondizi de no renunciar.
Ya el día 28, la normalidad institucional se tornaba
imposible de sostener en pié. El secretario del Ejército, general Rosendo M.
Fraga, consciente del peligro que corría la estabilidad del presidente le había
manifestado su disposición de utilizar en su resguardo a las fuerzas leales,
cosa difícil de aceptar por parte de Frondizi, que siempre se opuso al
derramamiento de sangre. Pero Fraga fue detenido por orden del general Poggi
que pasó a dominar la situación interna del arma. Y su detención privaba al
gobierno de todo apoyo militar. Mientras tanto, desde tempranas horas de la
madrugada la ciudad se había transformado en el núcleo nervioso de la crisis. Y
la ciudadanía era simple espectadora del movimiento de tropas que preanunciaba
que el pico más elevado de la crítica situación institucional estaba pronto a
consumarse.
Las Fuerzas Armadas en un comunicado expedido el mismo 29 de
marzo de 1962, trataron de justificar la destitución del presidente Frondizi:
“Las Fuerzas Armadas han tomado hoy una grave responsabilidad
ante la historia. No lo han hecho sin meditar sobre las razones y las
consecuencias de su acción y sin agotar previamente todas las instancias que la
situación política y jurídica de la patria les ofrecía…Vigilaron la marcha del
proceso institucional con la mirada puesta en un solo objetivo: la plena
realización de los ideales de la Revolución Libertadora. Tuvieron, por ello, que
intervenir activa y enérgicamente cuando la subversión totalitaria amenazó la
vida y la seguridad de los argentinos….Urgieron, pues, al Jefe de Estado a
rectificar las actitudes que parecían llevarlo por rumbos peligrosos para la
estabilidad y el orden constitucional. Es en nombre de esta función de
vigilancia sobre el proceso iniciado el 1º. de mayo de 1958 que las Fuerzas
Armadas enfrentaron sucesivas crisis que tuvieron culminación en las elecciones
del 18 del actual. Como consecuencia de la última crisis, el Presidente quedó
sin autoridad…Encerrado entre los términos de su propio dilema, el gobierno
enfrentaba, por una parte, el resurgimiento de fuerzas extremistas infiltradas
en la democracia; por la otra, la inminente posibilidad de disturbios sociales
de magnitud. Carecía de fuerza, de autoridad moral y política para resolver la
situación…Las Fuerzas Armadas recibieron así, otra vez, la responsabilidad de
restaurar aquellos valores… El presidente se negó a seguir la vía del
alejamiento. No juzgamos su actitud. Dejamos para el futuro la apreciación de
estas jornadas dolorosas…Al tomar la decisión de promover el alejamiento del
presidente, creemos salvar a la Constitución y recuperar la fe en sus
principios. No nos mueve odio ni rencor por ningún argentino ni animadversión
por ninguna posición….”
El presidente que asumió luego de la renuncia presionada de
Arturo Frondizi fue José María Guido, un abogado, que cumplía su mandato como
senador en el Congreso Nacional, en representación de la UCRI, asumió el 29 de
marzo de 1962 como Presidente de la Nación Argentina. La corte Suprema de
Justicia consideró “acefalía” el derrocamiento de Arturo Frondizi. Por su
primer lugar de la línea de sucesión, le correspondía asumir el cargo de
titular del Poder Ejecutivo Nacional.
Fuentes:
https://www.rionegro.com.ar/jose-maria-guido-el-primer-presidente-patagonico-1306522/
https://www.visiondesarrollista.org/la-caida-del-presidente-arturo-frondizi/
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